“Leí
mucho tiempo y observé las obras con mucha devoción”
E.
A. Poe
¿Quién
no ha escuchado alguna vez la expresión “¡Fantástico!”, ya sea
para calificar un suceso o para valorar una obra? Más allá de ser sólo un calificativo, lo "fantástico" en literatura cuenta con
características específicas que lo diferencian de otras
manifestaciones literarias.
Unos
de los primeros en definir el término fue el escritor francés Guy
de Maupassant (1850-1893), autor del relato -entre otros muchos más- El Horlá, digno
representante del género. Maupassant distinguió lo fantástico de
lo maravilloso: el primer término permanece en una zona de ambivalencia
entre respuestas racionales y sobrenaturales explicadas al lector,
mientras que el segundo permite racionalizar los elementos
sobrenaturales.
Otra
definición de lo fantástico la proporciona el crítico
franco-búlgaro Tzvetan Todorov (1939) en el ensayo Introducción
a la literatura fantástica: “Lo
fantástico implica (...) una integración del lector al mundo de los
personajes; se define por la percepción ambigua que tiene el propio
lector de los acontecimientos relatados”.
De
acuerdo con la sociología del cuento europeo, con la democratización
de la enseñanza, los medios impresos, el escritor asalariado, el
sistema de préstamos y suscripciones, tertulias y salones
literarios, publicación de libros, y modas, el siglo XVIII fue de
vital importancia para el nacimiento de la crítica literaria moderna
en el mundo occidental y, por tanto, para una mejor comprensión de los textos, en el entendido de que la crítica literaria -la cual se complementa con la teoría literaria, que aborda los textos a través de los estudios históricos, sociológicos, psicológicos, del análisis estructural, estilístico, semiótico, o mediante los estudios culturales- interpreta, se encarga de explicar, analizar, comentar y difundir los textos literarios.
De esta manera, por medio de la crítica literaria y desde un punto de vista estructural, me acercaré al cuento “El retrato oval”, de Edgar Allan Poe. Me enfocaré en referir por qué este relato pertenece al género fantástico, toda vez que en el texto literario es posible detectar los elementos internos de la obra que dan pie tanto a una lectura "entre líneas" como al reconocimiento del género por su "forma" y "fondo".
Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que caracterizan a “El retrato oval” como un relato fantástico? Un punto clave dentro de las características es cuando el narrador-personaje refiere en primera persona (con la cual el lector puede sentirse partícipe en la trama) que él y su criado entran al edificio, que en apariencia había sido abandonado reciente y temporalmente, y describe aspectos del castillo. En el siguiente fragmento es posible observar un suceso aparentemente cotidiano que se ve invadido por uno sobrenatural o extraordinario, hay una ruptura de lo preestablecido en un marco cotidiano, de un ambiente que configura una realidad tangible o concreta, y lo cotidiano se deforma hasta llegar a un punto climático, a la irrupción de lo fantástico o lo extraordinario.
De esta manera, por medio de la crítica literaria y desde un punto de vista estructural, me acercaré al cuento “El retrato oval”, de Edgar Allan Poe. Me enfocaré en referir por qué este relato pertenece al género fantástico, toda vez que en el texto literario es posible detectar los elementos internos de la obra que dan pie tanto a una lectura "entre líneas" como al reconocimiento del género por su "forma" y "fondo".
Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que caracterizan a “El retrato oval” como un relato fantástico? Un punto clave dentro de las características es cuando el narrador-personaje refiere en primera persona (con la cual el lector puede sentirse partícipe en la trama) que él y su criado entran al edificio, que en apariencia había sido abandonado reciente y temporalmente, y describe aspectos del castillo. En el siguiente fragmento es posible observar un suceso aparentemente cotidiano que se ve invadido por uno sobrenatural o extraordinario, hay una ruptura de lo preestablecido en un marco cotidiano, de un ambiente que configura una realidad tangible o concreta, y lo cotidiano se deforma hasta llegar a un punto climático, a la irrupción de lo fantástico o lo extraordinario.
“Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco [...] ; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y analizaban. [...] La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.
Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer”.
Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer”.
En
“El retrato oval” es posible hallar marcas textuales
que apuntan hacia esta hipótesis: un relato fantástico (aunque bien podría incluirse en la literatura de horror, porque se nutre de
sensaciones y experiencias extremas que a menudo no tienen una
explicación inmediata y muestran situaciones que colindan con la
locura y con el espanto; y por otra parte, con la de terror, porque
surge de conductas o comportamientos aberrantes que se canalizan a
través de una obsesión patológica que finalmente produce una
reacción visceral), porque transgrede un principio de realidad (racional) y
plantea otra realidad paralela (fantástica) que irrumpe abruptamente
hacia el exterior, atravesando un primer plano que funge como base del relato
primero.
Asimismo, es necesario aseverar que los
temas recurrentes en este relato son el de la muerte, la locura y el erotismo
mórbido. El ambiente y la atmósfera sugeridos representan espacios tanáticos, por ejemplo, a mitad del quinto
párrafo, dice: “Había descubierto que el hechizo del retrato era
la absoluta apariencia de vida
de la expresión que primero me había sorprendido y después me
había confundido, sometido y aterrado.” Esta cita sugiere con la
frase "apariencia de vida" una síntesis de la obra, pues concentra un grado de percepción relativa a la
confusión o extrañamiento de lo que implica la palabra "vida" -en
contraposición con la acepción de "muerte"- y que le otorga una carga de "vitalidad" a un objeto, o el cuadro.
La
locura se alude cuando el personaje-narrador refiere, en un primer
momento, un grado de anomalía psíquica: “Esas pinturas, que colgaban no
sólo de las paredes sino que también aparecían en los diversos
nichos de la extraña arquitectura del edificio, causaron en mí un
profundo interés, tal vez por mi incipiente delirium.”
La referencia a este delirium
concreta la idea de una alucinación o un desfase de la psique del narrador-personaje que puede ser detonado por una patología o un estimulante como una droga alucinógena.
El
erotismo mórbido aparece cuando el retratista, aquél a quien se
refiere el personaje, fue objeto del amor profundo de la doncella, quien,
“humilde y obediente”, acata las órdenes de su esposo y se deja
llevar por la extraña obsesión que le ofrecen los pinceles y el
lienzo.
Otro aspecto estructural del relato es el relativo a los
procedimientos de construcción del cuento, los cuales a su vez corresponden a un
mecanismo que muestra unidad de efecto e impresión, condensados en
un relato breve (dos páginas y media): desde la introducción o
proemio se dan razones que alcanzan un grado de verosimilitud, y aunque enseguida el relato refiere que el personaje se encuentra en un
incipiente e inexplicable desajuste mental, la introducción otorga un atisbo de
qué tipo de relato es y cómo se configura la historia, cuya
dirección se desconoce pero se alude, lo que ofrece, además, un
alto grado de ambigüedad al relato, característica por
antonomasia de la buena literatura.
El
procedimiento en este relato muestra una serie de argumentos que se
introducen a través de otros textos (un relato segundo o paralelo),
es decir, el empleo de la narración en tercera persona (la historia
de los objetos de arte que se encuentran en el castillo, al que tanto
el personaje principal como el criado se inmiscuyen con cierta
inseguridad y por circunstancias no explícitas pero de imperiosa
necesidad). Esta historia metaficcional o intercalada es la que pone
una impronta climática al relato.
La
unidad de efecto e impresión llega en el final. Predomina la
narración en primera persona, lo cual le da un grado de
verosimilitud al relato. La tipografía de las cursivas dan un guiño
para mantener cierta tensión en el principio y en el desarrollo del
texto, y atisbos de lo que sucederá en el final sin hacerlo
explícito.
No
hay que pasar por alto la presencia del entorno o el ambiente, toda
vez que desde un punto de vista figurado el interior del castillo funge como la
expresión del alma de los personajes, pues la narración del
personaje central, cuyas descripciones del edificio en
el que se encontraban el personaje y su criado sugieren la
personificación de los objetos. Si se toma en cuenta que en el
proemio se indica que el personaje se introdujo a este sitio por
causas ajenas a su voluntad, pues éste se encontraba en un “grave
estado”, y que inmersos en ese espacio -comparable con los recreados por la
novelista inglesa citada en el cuento, Ann Radcliffe (1764-1823,
considerada como la reina del género gótico)- fluye la historia que proporciona un ambiente tenebroso y un
halo de misterio a una trama que, de principio a fin, atrapa al lector
gracias a los elementos estructurales referidos que caracterizan a esta narración y que la dota de un gran valor artístico y sugestivo.
*La terminología utilizada en este ensayo provienen de mis apuntes de la clase del dr. Mario Muñoz en su cátedra de "Crítica literaria" en la Universidad Veracruzana.
FUENTES
DE CONSULTA
Bates,
H. E., “El cuento moderno” (trad. Por Adriana Cicero), en Teorías
del cuento I. Teorías de los cuentistas.
(comp. Lauro Zavala). UNAM, México, 1997, pp. 133-151. [Serie El
Estudio].
Poe,
Edgar Allan, “El retrato oval” en Narraciones
extraordinarias. Las aventuras de Arthur Gordom Pim. Relatos cómicos.
(Trad. María Victoria Telado Simó; prólogo por Isabel Guillén
Pardo). Edimat, Madrid, 2000, pp. 223-225, [Colección Obras
Selectas].
Puentes
Sánchez, Jacqueline, “Características de lo fantástico”, en
Una visión fantástica de El
Horlá de Guy de Maupassant.
Editora del Gobierno del Estado de Veracruz-Llave, México, 2002, pp.
23-35, [col. Clásicos Universales].
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/el_retrato_oval.htm (consulta: octubre 2009 - mayo 2013)
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/el_retrato_oval.htm (consulta: octubre 2009 - mayo 2013)
TÓPICO LITERARIO ESTA PRESENTE EN EL CUENTO
ResponderEliminarEscribir, al menos , dos características del relato fantástica. El retrato oval
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